Cita del mes


“El periodismo o es libre o es una farsa”

Rodolfo Walsh


viernes, 12 de julio de 2013

Cacerolazo del pueblo...


              
Esto lo publique hace algún tiempo en mi otro blog personal, pero quise compartirlo con mis lectores pichones de periodista, periodistas o simplemente interesados o afines pues es un tema que no puede callarse, por muy ajenos que seamos a esto nos termina revolcando hasta que involucra lo mas cercano a nosotros y nos toca hablar hasta ser oídos... Los venezolanos aun no somos oídos, aun no conseguimos lo que realmente pedimos y por eso esta entrada.


                Nunca me ha gustado hablar de política, yo soy la persona menos indicada para hablar de historia, no puedo negar que soy venezolana tengo muy mala memoria, pero resulta que todo este problema de 14 años sin medio para darse un gusto de verdad, viendo como Venezuela lentamente se volvía una Cuba sin que nadie pusiera un real “alto” me tiene enferma, a mí, a la persona menos indicada  para hablar de partidos políticos… hoy escribo lentamente, porque las manos me duelen de tanto quejarme del gobierno dedocratico que ha tomado poder por unos 6 años mas…

                Ayer un amigo me estaba diciendo que hacer escándalo con las cacerolas no sirve de absolutamente nada, que a nadie ayuda, que en nada cambia la situación del país, leí por internet varios estados donde decían que todo ese alboroto es querer llamar al odio, de igual forma leí que son las ganas de ir a joder, de sabotear… Leí que a muchos los atacaron y amedrentaron tanto de ida como de vuelta, leí que a otros les importo muy poco lo que haya pasado en las calles de Venezuela a las 8 de la noche de ayer…

                A mi parecer el cacerolazo es una protesta simbólica, recrea el sonido de los metales de cualquier cárcel, en lenguaje mundial es la queja contra los barrotes por la injusticia, el hambre, las promesas rotas, las ilusiones… es una forma de demostrarle a esos ciegos que dicen que somos unos pocos, que no son solo uno o dos pendejos, sino 7 millones de personas con el poder de elegir que no votaron por el candidato puesto a dedo en cada uno de sus cargos y que ahora en el más grande cargo, “heredado” como en la monarquía, fue puesto fraudulentamente.

                Como anda rodando por allí, “el que canta bingo muestra el cartón” ¿cuál es el miedo a la auditoria después de haber dicho en público que la aceptaría? Es obvio para cualquiera que el miedo está en que detrás de esta marioneta el titiritero se dio cuenta de su lengua suelta, le jalo las orejas porque sencillamente las boletas de votación dirían todo lo contrario a lo celebrado por “el corazón de la patria”, los oficialistas.

                Considero, y no soy la única en pensar, que en ambos bandos tenernos seres hostiles,  en ambos grupos hay personas de plata como personas del fondo del barrio, hay quienes pensaran que la única forma de acabar con el otro grupo es cometer actos ilícitos para inculparlos o jugar sucio de frente… pero entre las personas que aun conservamos la cordura dentro de este país de locos, de ambos partidos políticos repito, porque en ambos grupos hay personas y hechos tan ciertos como rescatables, esas personas que aun podemos hablar limpiamente de política somos las que debemos velar por la verdad porque mis queridos amigos y familiares oficialistas tienen que admitir que estas elecciones estuvieron bastante atropelladas, y limpias no fueron, la única oportunidad que tenían de hacer algo de frente y limpio lo echaron para atrás así que ni con todos los regalos y facilidades económicas que el gobierno les pueda dar esto no deja de oler tan mal como la carne podrida de “Pedeval.”

--/--Alisa--/--
Patricia Zapata
16/04/13

jueves, 27 de junio de 2013

Lo que ES, lo que FUE y lo que DEBERIA SER... La Radio!

Aproveche de montar este pequeño ensayo sobre la radio en Venezuela que realice hace un tiempo el día de hoy debido a que es el Día Nacional del Comunicador Social y el Periodista en Venezuela, y me encanta la magia de la radio ahora mas que en el momento que escribí esto y ya en ese momento tenia en mente muchos proyectos para mejorarla. Por el rayo de esperanza que esta representa en mi y algunos de mis futuros colegas lo comparto hoy.

"...en la radio era absolutamente imposible pensar que se iba a hacer otra cosa diferente a poner un disco. Y ya vez que se hizo de todo." Napoleón Bravo.

El surgimiento de la radiodifusión en Venezuela fue el hecho mas importante a nivel de comunicaciones en la historia, ya que despertó el interés por la cultura y la educación con el resto del mundo. En Hispanoamérica el analfabetismo tiene alto porcentaje y para recibir el mensaje que transmite la radio no es necesario saber leer por lo que a todos ellos llegaba la información.

La radio se ha enfocado en el entretenimiento de los diferentes gustos de la sociedad, ofreciendo programas de música clásica, urbana, rock entre otros, al igual que programas de historia, tecnología, deportes y (sobre todo hoy en día) política.
 
En lo personal, se me hace tediosa la garrafal e innecesaria habladuría política que ha invadido todos los medios nacionales, la cual va desde chistes hasta discusiones que perjudican a los medios mismos, ya que van tocando temas fuertes como si fueran agua.
 
"Todo cambia, todo se transforma..." Heráclito.
A la par con la población radioescucha, el medio ha dejado atrás esa época represiva, los tabúes y los protocolos excesivos para permitir la entrada de los temas que nos importan e interesan a cada una de las personas de los venezolanos, se ha ampliado el repertorio de opciones para los oyentes entre programas y emisoras, aunque la calidad ha decaído mucho debido a los circuitos, los cuales permiten la repetición de un programa impidiendo la producción individual de cada estación. la gran cantidad de programas de opinión es un gran avance ya que sino me gusta la opinión o el estilo de Chataing me cambio de emisora y tengo a Samuel Hidalgo o a Erica de la Vega o cualquier otro locutor, sobre cualquier otro tema, u opinión.

"...la radio es mas que un esquema; tienes un contacto con el publico. la gente que te oye siente que forma parte de un grupo que escucha el programa, te identifican con el." Ely Bravo.
 Mi mama solía contarme acerca de un programa que oía en su juventud, "El Sargento Full Chola" con el locutor Juan Manuel La Guardia, según me contaba, el programa ayudaba a sobrellevar las colas de caracas con un humor y realidad que hacían a mas de uno reír hasta llorar. Juan Manuel se encargaba de transmitir el estado vial desde un helicóptero y mientras solía imitar a diferentes estereotipos de la sociedad venezolana, un chichero que pasaba por la calle o la chica que le sonreía. Programa que según ella recuerda, aun hoy no tiene comparación.

El sonido a mejorado muchísimo obviamente en el paso de la frecuencia de am a fm se acorto la distancia pero se mejoro la calidad, sacrificio normal de cantidad por calidad, pero su adentramiento recientemente en el internet le ha abierto las puertas que le había cerrado la televisión, al punto de, en un futuro no muy lejano, poder competir a la par por ese espacio que se les había arrebatado casi del todo.

"...en la radio lo esencial es definir a quien quiere dirigirse." Rodrigo Troconis.

Para orientar mejor los programas, siguiendo con La Ley de Responsabilidad en Radio y Televisión, existen horarios supervisados que permiten dividir la programación por los temas acorde al publico posible al que llegara el mismo.

Cada emisora es responsable de su propia programación, y debe ser el reflejo de la ciudad donde se encuentra. Para ello, tanto el Director de la estación, el Gerente de Operaciones y el Vice Presidente de Operaciones son los que deben "crear" y ensamblar los espacios de radio que reflejen las necesidades de cada ciudad... al final los radioescuchas "deciden" con su preferencia al momento de las encuestas y estadísticas...

"...todo programa o programación jamás es anodino ni carente de contenido. Todo programa influye en la mente de los oyentes; música, cuñas, comentarios... todo se consume masivamente y tiende a fomentar en el receptor una actitud acrítica y a consolidar una serie de valores y pautas de comportamiento." Javier Vidal.
La radio, como medio de comunicación, debería ser un productor de cultura, ética y educación, pero con la facilidad que tiene cualquiera de obtener un PNI y producir cualquier cantidad de basura ha reducido mucho la calidad, incluso si no se tiene conocimiento sobre la radio o sin siquiera tener la cultura general para manejar un tema sin caer en palabrotas u obscenidades, esto le ha quitado lo bonito del locutor excesivamente culto o interesante que lo hacia agradable al oído.
 
La brecha creada entre la AM y la FM se mantiene en pie aun, difícil seria ver a mi abuelo escuchando reggaetón o buscando en La Mega transmisiones de las carreras hípicas, mi mama hoy no escucha mucho la radio puesto a que no tiene tiempo de seguir una programación y cada vez que sintoniza algo al azar se encuentra con la música de moda que es denigrante para el genero femenino, canciones como "Micaela" o "la Quemona" entre otras cada vez peores, yo cuando mucho me meto en "La Jungla" los domingos por Wao 88.1, esta diferencia se encuentra en que la FM es mas comercial, mas juvenil.
 
"La radio en Venezuela desde un principio significó una esperanza." Oswaldo Yepez.

Completaría esa  frase diciendo "y debería seguir siéndolo". pero con el régimen actual hemos vuelto a las épocas de Marcos Pérez Jiménez, ya que bajo el disfraz de la falta de cumplimientos de CONATEL han cerrado gran cantidad de emisoras solo por ser parte de la oposición.

Uno de los puntos mas resaltantes que deben cuidar las emisoras son las actividades que hoy realizan y como llevan a la práctica todas y cada una de las ideas para dar a la población una programación innovadora y no repetitiva para no perder el rating del cual se han adueñado, manejar nuevos estilos y adelantarse en aquellos campos que no se les han ocurrido aun. Deben darle mas provecho a la cualidad que tienen, el acceso directo a todos los destinatarios, en el trabajo, en el hogar, en el automóvil...
 
Patricia Zapata
22/02/2010

viernes, 7 de junio de 2013

El núcleo del Periodismo...

¿Qué es La Noticia?

"..Una noticia es el relato o redacción de un texto informativo en que se quiere dar a conocer con sus propias reglas de construcción que se refiere a un hecho novedoso o atípico o la relación entre hechos novedosos enes y/o atípicos-, ocurrido dentro de una comunidad o determinado ámbito específico, que hace que merezca su divulgación..." Según Wikipedia.

Pero en palabras mas simples es contar que algo que paso o pasara que sea de interés a un grupo de una forma breve y fácil de entender... un "recorte de la realidad".

La mejor manera de aprendes a redactar un hecho en forma de noticia es practicar las 5W y H, son las 6 preguntas básicas de la escuela de periodismo Norteamérica en la reunión y presentación de información. Estas son las preguntas:

  1. ¿What?   = ¿Qué sucedió?
  2. ¿Who?    = ¿A quién le sucedió? o ¿Quién lo hizo?
  3. ¿How?    = ¿Cómo sucedió?
  4. ¿When?  = ¿Cuándo sucedió?
  5. ¿Where? = ¿Dónde sucedió?
  6. ¿Why?    = ¿Por qué sucedió?
El orden en el que se responden estos interrogantes depende de las características del hecho relatado, depende de la importancia de cada respuesta, del estilo del redactor o de la guía de estilo del medio para el que se realiza.

El periodista ordena los datos en orden decreciente a su importancia, parte de los datos más importantes para llegar a los menos significativos.

Las principales características de la noticia:
  • Veracidad: hechos verificables.
  • Objetividad: no opinar ni emitir juicio del hecho.
  • Claridad: exponer los hechos de forma ordenada y lógica.
  • Brevedad: no reiterar o repetir ni dar datos irrelevantes.
  • Generalidad: el hecho debe ser de interés social y no particular.
  • Actualidad: hechos recientes o futuros.
  • Novedad: los sucesos deben ser nuevos, desacostumbrados y raros.
  • Proximidad: mientras mas afecten al receptor las informaciones mas interés tendrá en ellas.
  • Prominencia: la noticia provoca mayor interés si las personas involucradas son importantes y conocidas.
  • Tema: ciertos ámbitos del que hacer humano resultan atractivas en sí mismas: avances científicos por ejemplo. 
Pueden haber mas dependiendo de la noticia.

Finalmente por sino ha quedado claro, es un relato de un acontecimiento actual que puede despertar el interés del público. Lo importantes es lograr decirlo que se va a decir de forma clara, concreta y precisa.

miércoles, 5 de junio de 2013

El mejor oficio del mundo - Gabriel García Márquez

Espero no meterme en problemas legales por publicar este texto pero es que no encuentro mejor manera de iniciar este blog sobre Comunicación y Periodismo que con las hermosas palabras del maestro colombiano Gabriel García Márquez en su "Discurso ante la 52ª Asamblea de la Sociedad Interamericana de Prensa".

Dedicare esta publicación a mis queridos ex-compañeros y futuros colegas. Amigos con los que compartí algún momento te mi carrera y que en estas semanas han estado presentando sus trabajos finales. A Luisa, a Antonio, a Orlando, a Lysaura, y con mucho cariño a Mysu, mi cómplice de carrera, mas que compañera fue un apoyo y hace unos días dio su gran paso de Bachiller a Licenciada...

Como ya les dije dedicare este espacio a la Comunicación y el Periodismo, carrera que he iniciado hace un tiempo y que espero finalizar para el año que viene. La iniciativa se da debido a la dificultad que existe para encontrar conceptos y ejemplos correctos y explícitos, espero que en este blog encuentren lo que necesiten sobre la carrera mas bella que he conocido, la Comunicación Social y que de no encontrar algo o tener dudas sobre algo consulten y aporten para aprender juntos "Sobre la marcha!"

Aquí les dejo el Discurso:

A una universidad colombiana se le preguntó cuáles son las pruebas de aptitud y vocación que se hacen a quienes desean estudiar periodismo y la respuesta fue terminante: “Los periodistas no son artistas”. Estas reflexiones, por el contrario, se fundan precisamente en la certidumbre de que el periodismo escrito es un género literario.
Hace unos cincuenta años no estaban de moda las escuelas de periodismo. Se aprendía en las salas de redacción, en los talleres de imprenta, en el cafetín de enfrente, en las parrandas de los viernes. Todo el periódico era una fábrica que formaba e informaba sin equívocos, y generaba opinión dentro de un ambiente de participación que mantenía la moral en su puesto. Pues los periodistas andábamos siempre juntos, hacíamos vida común, y éramos tan fanáticos del oficio que no hablábamos de nada distinto que del oficio mismo. El trabajo llevaba consigo una amistad de grupo que inclusive dejaba poco margen para la vida privada. No existían las juntas de redacción institucionales, pero a las cinco de la tarde, sin convocatoria oficial, todo el personal de planta hacía una pausa de respiro en las tensiones del día y confluía a tomar el café en cualquier lugar de la redacción. Era una tertulia abierta donde se discutían en caliente los temas de cada sección y se le daban los toques finales a la edición de mañana. Los que no aprendían en aquellas cátedras ambulatorias y apasionadas de veinticuatro horas diarias, o los que se aburrían de tanto hablar de los mismo, era porque querían o creían ser periodistas, pero en realidad no lo eran.
El periódico cabía entonces en tres grandes secciones: noticias, crónicas y reportajes, y notas editoriales. La sección más delicada y de gran prestigio era la editorial. El cargo más desvalido era el de reportero, que tenía al mismo tiempo la connotación de aprendiz y cargaladrillos. El tiempo y el mismo oficio han demostrado que el sistema nervioso del periodismo circula en realidad en sentido contrario. Doy fe: a los diecinueve años -siendo el peor estudiante de derecho- empecé mi carrera como redactor de notas editoriales y fui subiendo poco a poco y con mucho trabajo por las escaleras de las diferentes secciones, hasta el máximo nivel de reportero raso.
La misma práctica del oficio imponía la necesidad de formarse una base cultural, y el mismo ambiente de trabajo se encargaba de fomentarla. La lectura era una adicción laboral. Los autodidactas suelen ser ávidos y rápidos, y los de aquellos tiempos lo fuimos de sobra para seguir abriéndole paso en la vida al mejor oficio del mundo... como nosotros mismos lo llamábamos. Alberto Lleras Camargo, que fue periodista siempre y dos veces presidente de Colombia, no era ni siquiera bachiller.
La creación posterior de las escuelas de periodismo fue una reacción escolástica contra el hecho cumplido de que el oficio carecía de respaldo académico. Ahora ya no son sólo para la prensa escrita sino para todos los medios inventados y por inventar.
Pero en su expansión se llevaron de calle hasta el nombre humilde que tuvo el oficio desde sus orígenes en el siglo XV, y ahora no se llama periodismo sino Ciencias de la Comunicación o Comunicación Social. El resultado, en general, no es alentador. Los muchachos que salen ilusionados de las academias, con la vida por delante, parecen desvinculados de la realidad y de sus problemas vitales, y prima un afán de protagonismo sobre la vocación y las aptitudes congénitas. Y en especial sobre las dos condiciones más importantes: la creatividad y la práctica.
La mayoría de los graduados llegan con deficiencias flagrantes, tienen graves problemas de gramática y ortografía, y dificultades para una comprensión reflexiva de textos. Algunos se precian de que pueden leer al revés un documento secreto sobre el escritorio de un ministro, de grabar diálogos casuales sin prevenir al interlocutor, o de usar como noticia una conversación convenida de antemano como confidencial. Lo más grave es que estos atentados éticos obedecen a una noción intrépida del oficio, asumida a conciencia y fundada con orgullo en la sacralización de la primicia a cualquier precio y por encima de todo. No los conmueve el fundamento de que la mejor noticia no es siempre la que se da primero sino muchas veces la que se da mejor. Algunos, conscientes de sus deficiencias, se sienten defraudados por la escuela y no les tiembla la voz para culpar a sus maestros de no haberles inculcado las virtudes que ahora les reclaman, y en especial la curiosidad por la vida.
Es cierto que estas críticas valen para la educación general, pervertida por la masificación de escuelas que siguen la línea viciada de lo informativo en vez de lo formativo. Pero en el caso específico del periodismo parece ser, además, que el oficio no logró evolucionar a la misma velocidad que sus instrumentos, y los periodistas se extraviaron en el laberinto de una tecnología disparada sin control hacia el futuro. Es decir, las empresas se han empeñado a fondo en la competencia feroz de la modernización material y han dejado para después la formación de su infantería y los mecanismos de participación que fortalecían el espíritu profesional en el pasado. Las salas de redacción son laboratorios asépticos para navegantes solitarios, donde parece más fácil comunicarse con los fenómenos siderales que con el corazón de los lectores. La deshumanización es galopante.
No es fácil entender que el esplendor tecnológico y el vértigo de las comunicaciones, que tanto deseábamos en nuestros tiempos, hayan servido para anticipar y agravar la agonía cotidiana de la hora del cierre. Los principiantes se quejan de que los editores les conceden tres horas para una tarea que en el momento de la verdad es imposible en menos de seis, que les ordenan material para dos columnas y a la hora de la verdad sólo les asignan media, y en el pánico del cierre nadie tiene tiempo ni humor para explicarles por qué, y menos para darles una palabra de consuelo. “Ni siquiera nos regañan”, dice un reportero novato ansioso de comunicación directa con sus jefes. Nada: el editor que antes era un papá sabio y compasivo, apenas si tiene fuerzas y tiempo para sobrevivir él mismo a las galeras de la tecnología.
Creo que es la prisa y la restricción del espacio lo que ha minimizado el reportaje, que siempre tuvimos como el género estrella, pero que es también el que requiere más tiempo, más investigación, más reflexión, y un dominio certero del arte de escribir. Es en realidad la reconstitución minuciosa y verídica del hecho. Es decir: la noticia completa, tal como sucedió en la realidad, para que el lector la conozca como si hubiera estado en el lugar de los hechos.
Antes que se inventaran el teletipo y el télex, un operador de radio con vocación de mártir capturaba al vuelo las noticias del mundo entre silbidos siderales, y un redactor erudito las elaboraba completas con pormenores y antecedentes, como se reconstruye el esqueleto entero de un dinosaurio a partir de una vértebra. Sólo la interpretación estaba vedada, porque era un dominio sagrado del director, cuyos editoriales se presumían escritos por él, aunque no lo fueran, y casi siempre con caligrafías célebres por lo enmarañadas. Directores históricos tenían linotipistas personales para descifrarlas.
Un avance importante en este medio siglo es que ahora se comenta y se opina en la noticia y en el reportaje, y se enriquece el editorial con datos informativos. Sin embargo, los resultados no parecen ser los mejores, pues nunca como ahora ha sido tan peligroso este oficio. El empleo desaforado de comillas en declaraciones falsas o ciertas permite equívocos inocentes o deliberados, manipulaciones malignas y tergiversaciones venenosas que le dan a la noticia la magnitud de un arma mortal. Las citas de fuentes que merecen entero crédito, de personas generalmente bien informadas o de altos funcionarios que pidieron no revelar su nombre, o de observadores que todo lo saben y que nadie ve, amparan toda clase de agravios impunes. Pero el culpable se atrinchera en su derecho de no revelar la fuente, sin preguntarse si él mismo no es un instrumento fácil de esa fuente que le transmitió la información como quiso y arreglada como más le convino. Yo creo que sí: el mal periodista piensa que su fuente es su vida misma -sobre todo si es oficial- y por eso la sacraliza, la consiente, la protege, y termina por establecer con ella una peligrosa relación de complicidad, que lo lleva inclusive a menospreciar la decencia de la segunda fuente.
Aun a riesgo de ser demasiado anecdótico, creo que hay otro gran culpable en este drama: la grabadora. Antes de que ésta se inventara, el oficio se hacía bien con tres recursos de trabajo que en realidad eran uno sólo: la libreta de notas, una ética a toda prueba, y un par de oídos que los reporteros usábamos todavía para oír lo que nos decían. El manejo profesional y ético de la grabadora está por inventar. Alguien tendría que enseñarles a los colegas jóvenes que la casete no es un sustituto de la memoria, sino una evolución de la humilde libreta de apuntes que tan buenos servicios prestó en los orígenes del oficio. La grabadora oye pero no escucha, repite -como un loro digital- pero no piensa, es fiel pero no tiene corazón, y a fin de cuentas su versión literal no será tan confiable como la de quien pone atención a las palabras vivas del interlocutor, las valora con su inteligencia y las califica con su moral. Para la radio tiene la enorme ventaja de la literalidad y la inmediatez, pero muchos entrevistadores no escuchan las respuestas por pensar en la pregunta siguiente.
La grabadora es la culpable de la magnificación viciosa de la entrevista. La radio y la televisión, por su naturaleza misma, la convirtieron en el género supremo, pero también la prensa escrita parece compartir la idea equivocada de que la voz de la verdad no es tanto la del periodista que vio como la del entrevistado que declaró. Para muchos redactores de periódicos la transcripción es la prueba de fuego: confunden el sonido de las palabras, tropiezan con la semántica, naufragan en la ortografía y mueren por el infarto de la sintaxis. Tal vez la solución sea que se vuelva a la pobre libretita de notas para que el periodista vaya editando con su inteligencia a medida que escucha, y le deje a la grabadora su verdadera categoría de testigo invaluable. De todos modos, es un consuelo suponer que muchas de las transgresiones éticas, y otras tantas que envilecen y avergüenzan al periodismo de hoy, no son siempre por inmoralidad, sino también por falta de dominio profesional.
Tal vez el infortunio de las facultades de Comunicación Social es que enseñan muchas cosas útiles para el oficio, pero muy poco del oficio mismo. Claro que deben persistir en sus programas humanísticos, aunque menos ambiciosos y perentorios, para contribuir a la base cultural que los alumnos no llevan del bachillerato. Pero toda la formación debe estar sustentada en tres pilares maestros: la prioridad de las aptitudes y las vocaciones, la certidumbre de que la investigación no es una especialidad del oficio sino que todo el periodismo debe ser investigativo por definición, y la conciencia de que la ética no es una condición ocasional, sino que debe acompañar siempre al periodismo como el zumbido al moscardón.
El objetivo final debería ser el retorno al sistema primario de enseñanza mediante talleres prácticos en pequeños grupos, con un aprovechamiento crítico de las experiencias históricas, y en su marco original de servicio público. Es decir: rescatar para el aprendizaje el espíritu de la tertulia de las cinco de la tarde.
Un grupo de periodistas independientes estamos tratando de hacerlo para toda la América Latina desde Cartagena de Indias, con un sistema de talleres experimentales e itinerantes que lleva el nombre nada modesto de Fundación para un Nuevo Periodismo Iberoamericano. Es una experiencia piloto con periodistas nuevos para trabajar sobre una especialidad específica -reportaje, edición, entrevistas de radio y televisión, y tantas otras- bajo la dirección de un veterano del oficio.
En respuesta a una convocatoria pública de la Fundación, los candidatos son propuestos por el medio en que trabajan, el cual corre con los gastos del viaje, la estancia y la matrícula. Deben ser menores de treinta años, tener una experiencia mínima de tres, y acreditar su aptitud y el grado de dominio de su especialidad con muestras de las que ellos mismos consideren sus mejores y sus peores obras.
La duración de cada taller depende de la disponibilidad del maestro invitado -que escasas veces puede ser de más de una semana-, y éste no pretende ilustrar a sus talleristas con dogmas teóricos y prejuicios académicos, sino foguearlos en mesa redonda con ejercicios prácticos, para tratar de transmitirles sus experiencias en la carpintería del oficio. Pues el propósito no es enseñar a ser periodistas, sino mejorar con la práctica a los que ya lo son. No se hacen exámenes ni evaluaciones finales, ni se expiden diplomas ni certificados de ninguna clase: la vida se encargará de decidir quién sirve y quién no sirve.
Trescientos veinte periodistas jóvenes de once países han participado en veintisiete talleres en sólo año y medio de vida de la Fundación, conducidos por veteranos de diez nacionalidades. Los inauguró Alma Guillermoprieto con dos talleres de crónica y reportaje. Terry Anderson dirigió otro sobre información en situaciones de peligro, con la colaboración de un general de las Fuerzas Armadas que señaló muy bien los límites entre el heroísmo y el suicidio. Tomás Eloy Martínez, nuestro cómplice más fiel y encarnizado, hizo un taller de edición y más tarde otro de periodismo en tiempos de crisis. Phil Bennet hizo el suyo sobre las tendencias de la prensa en los Estados Unidos y Stephen Ferry lo hizo sobre fotografía. El magnifico Horacio Bervitsky y el acucioso Tim Golden exploraron distintas áreas del periodismo investigativo, y el español Miguel Ángel Bastenier dirigió un seminario de periodismo internacional y fascinó a sus talleristas con un análisis crítico y brillante de la prensa europea.
Uno de gerentes frente a redactores tuvo resultados muy positivos, y soñamos con convocar el año entrante un intercambio masivo de experiencias en ediciones dominicales entre editores de medio mundo. Yo mismo he incurrido varias veces en la tentación de convencer a los talleristas de que un reportaje magistral puede ennoblecer a la prensa con los gérmenes diáfanos de la poesía.
Los beneficios cosechados hasta ahora no son fáciles de evaluar desde un punto de vista pedagógico, pero consideramos como síntomas alentadores el entusiasmo creciente de los talleristas, que son ya un fermento multiplicador del inconformismo y la subversión creativa dentro de sus medios, compartido en muchos casos por sus directivas. El solo hecho de lograr que veinte periodistas de distintos países se reúnan a conversar cinco días sobre el oficio ya es un logro para ellos y para el periodismo. Pues al fin y al cabo no estamos proponiendo un nuevo modo de enseñarlo, sino tratando de inventar otra vez el viejo modo de aprenderlo.
Los medios harían bien en apoyar esta operación de rescate. Ya sea en sus salas de redacción, o con escenarios construidos a propósito, como los simuladores aéreos que reproducen todos los incidentes del vuelo para que los estudiantes aprendan a sortear los desastres antes de que se los encuentren de verdad atravesados en la vida. Pues el periodismo es una pasión insaciable que sólo puede digerirse y humanizarse por su confrontación descarnada con la realidad. Nadie que no la haya padecido puede imaginarse esa servidumbre que se alimenta de las imprevisiones de la vida. Nadie que no lo haya vivido puede concebir siquiera lo que es el pálpito sobrenatural de la noticia, el orgasmo de la primicia, la demolición moral del fracaso. Nadie que no haya nacido para eso y esté dispuesto a vivir sólo para eso podría persistir en un oficio tan incomprensible y voraz, cuya obra se acaba después de cada noticia, como si fuera para siempre, pero que no concede un instante de paz mientras no vuelve a empezar con más ardor que nunca en el minuto siguiente.
 
Gabriel García Márquez
 
Espero que les haya gustado esto tanto como a mi... Es una de las mejores clases sobre la pasión por el periodismo que he leído. Si conocen de alguna otra incluso citas breves háganmelas saber y las publicaré... Saludos!

Patricia Zapata